7 de marzo de 2012

Hoy hace diez años.


Cada día está lleno de encrucijadas que condicionan tu camino. Lleno de circunstancias, situaciones, incluso decisiones, algunas azarosas, que pueden cambiar tu vida de forma insospechada. Aunque muchas de estas encrucijadas te puedan parecer banales a priori, nunca sabes en cuál de ellas tu vida tomará unos derroteros inesperados que te condicionarán ya para siempre, nunca sabes cuál de los naipes será el que derrumbe el castillo. 
Hoy hace diez años un hecho cambió mi vida de una forma que entonces no imaginaba, aunque sólo sea que por primera vez sentí la necesidad de escribir para liberar algo que tenía dentro.

Con  la  imagen  aún  impresa  de  tu  mirada  perdida,            

y  el  recuerdo  imborrable  del  trasiego  a  tu  lecho,

custodio  tu  descanso  desde  el quicio  de  la  puerta.

El  respirar  agotado,  reiterada  estrofa  de  una canción  última.

Un  torrente  de  espasmos  irrumpe  en  tu  sueño,  
y  recorro  la  casa  buscando  en  vano  un  esquivo  auxilio,           
 y  te  aclamo,  y  te  imploro,  y  me  aferro  a  tu  cuerpo  yermo.
Y  tu  último  aliento  se  escurrió  entre  mis  brazos.

Ahora soy un estéril cazador de recuerdos,
ávido de imágenes que me devuelvan tu presencia.


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