"...Cuando llegamos a casa nos mirábamos y nos llorábamos mutuamente, al vernos, cada una de nosotras lloraba el desconsuelo de la otra, la humillación que la otra había sufrido, palpable ahora a través de ese cuero cabelludo desnudo, como un campo de labor recién arado. Cada una acariciaba frenéticamente la desnudez de la cabeza de la otra y lloraba esa ausencia de pelo, con los rostros tan juntos que se confundían nuestras lágrimas, libándonos recíprocamente el dolor..."
Impresionante post. Lo dejas al lector dado vuelta. ¡Estupendo!
ResponderEliminarMe acabo de hacer tu seguidora. gracias a la invitación que recibí en mi FB. Te invito a conocer mis sitios, será un placer verte por allí.
Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires